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¿Qué es la Fe?

Comprender lo que significa FE, puede resultar sencillo, hay una fe ciega que se puede comparar a apostarle a algo, en cambio, hay una Fe que al que la posee, aquello en lo que cree se le hace visible y casi palpable, esa Fe que no se mantiene ciega es la Fe en Jesucristo, una Fe que se puede vivir y permite vivir. La FE en Jesucristo, es creer que él existió aquí en la Tierra como lo describe la Biblia y tomar sus palabras, sus hechos relatados y las enseñanzas de sus apóstoles como una referencia confiable.

No puede hablar de tener FE en Jesucristo aquel que no sabe lo que él dijo, no es posible porque no puedo decir que creo lo que alguien dijo si no se lo que dijo. No puedo ser partidario de la ideología de alguien que no conozco y que tampoco conozco su ideología, resulta tonto, aunque lo quiera decir suavemente, resulta necesario atraer la atención a la estupidez de tal cosa. Por esa razón, es necesario saber que no se trata de FE por sí sola, se trata de una FE directa y exclusivamente vinculada con Jesucristo. Podremos encontrar que la Biblia dice «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo», de esto podremos recordar que a Jesucristo se le conoce también como el Salvador, precisamente porque salva. No es necesario un salvador si no hay de qué ser salvo, ni hay necesidad de creer para ser salvo si no hay de qué ser salvo.

No deja de maravillarme el plan de salvación de Dios, no tiene precio, literalmente, porque se otorga gratuitamente a todo aquel que cree, a todo aquel que cree en el Señor Jesucristo, pero, el que cree debe haber oído o leído de Jesús para poder creer en él.

El plan de salvación es este: Aquel que cree en Jesús, reconocerá su condición de pecador, incapaz de corregirse a sí mismo y lo suficientemente humilde para aceptar la salvación como un regalo comprado con la sangre de Jesucristo en la cruz del Calvario. Este regalo consiste en el perdón de todos sus pecados, el auxilio constante y permanente del Espíritu Santo todos los días de su vida y la promesa de que no será tentado más de lo que pueda resistir, por eso, el que cree en el Señor Jesucristo es SALVO por gracia. Nadie le puede arrebatar de la mano de Dios.

Alguien trata de arrebatar la FE en Jesucristo o confundirla.

Si somos salvos por Fe en Jesucristo y si hay alguien interesado en estorbar nuestra salvación, ese alguien que no quiere nuestra salvación, tratará de arrebatarnos la Fe, la Fe correcta, la Fe en Jesucristo. Para lograr su cometido, el enemigo de las almas actuará de tres formas básicas:

Primera: Salvacion Inmerecida. Las personas que no están involucradas directamente en la obra de Dios o que no asisten regularmente a su iglesia, son atacadas por la duda, acerca de si merecen o no, esa salvación. En este caso, las personas, pretendiendo ser humildes ante Dios, se dan cuenta que no están haciendo lo que deberían o podrían hacer y que, mientras no lo hagan, no pueden sentirse seguras de su salvación. Sin embargo, la realidad es que su FE ha sido arrebatada. El diablo es astuto y para lograr su objetivo: «engañar», acostumbra mezclar verdades con mentiras, atrayendo la atención a la verdad distrae a la víctima para que también reciba su mentira. Para recuperar su FE, aquel que considera no merecer la salvación, necesita separar la verdad de la mentira, primero, si no está haciendo lo que sabe que puede hacer por la causa de Cristo, empiece gradualmente a trabajar en ello, segundo, recuerde y mantenga presente que su salvación es gracias al sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, así que, haga todo lo que pueda hacer por la obra de Cristo y agradezca a Dios por haberle salvado por gracia. Porque al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.

Segunda: Salvación Merecida. Los que trabajan arduamente en la obra de Dios, son atacados haciéndoles creer o sentir que, ya merecen esa salvación que Dios ofrece, que Dios no puede ser tan «ingrato» de no salvarles después de todo lo que han hecho por él, se sienten seguros de su salvación pero esa seguridad se apoya en lo que han hecho. La realidad es que le han arrebatado la Fe correcta, la Fe en que gracias a Jesucristo somos salvos. Pero Dios es bueno y a quienes han caido en este tipo de pérdida de Fe, les suele suceder, como se advierte en apocalipsis a los que, aunque se entregan a la obra de Dios, han olvidado su primer amor, Dios permite que caigan en terribles tribulaciones para que se humillen y acepten en su corazón que nada merecen, que Dios no está en deuda con ellos y que su salvación depende de su Fe en Jesucristo. Así está establecido, una forma de salvación al alcance de todos, menos para los orgullosos y tampoco para los rebeldes. Muchas veces hemos sabido de enfermedades terribles que azotan a preciosos ministros de Dios, que mueren, según la gente, azotados por Dios, mientras están siendo llevados a su primer amor, ese primer amor que se experimenta cuando se acepta la salvación de Jesucristo, ese momento cuando sin mayor conocimiento, la persona siente en todo su ser la seguridad de que ha recibido la salvación, ese es el primer amor del que habla Dios, por lo que dijo Pablo, conociendo que la Fe se puede perder si no se cuida: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la FE«. Donde podemos advertir que Pablo no consideró suficiente haber peleado la buena batalla y haber llegado hasta el fin, sino que, agregó solemnemente que había guardado la Fe, porque por ella recibiría la corona de la vida, la salvación que Jesucristo compró con su sangre en la cruz.

Tercera: Salvación Falsificada. Esta es la más popular y diversificada forma de arrebatar la Fe, utilizada por el mismisimo demonio para confundir a aquellos que lo consideran simbólico o creen que no existe. Sin embargo, aquellos que creen que no existe el diablo ni un castigo para él, hablan incoherencias al llamarle Salvador a Jesucristo luego de haberse asegurado de creer que de nada les tiene que salvar. Realizan una serie de buenas obras para considerar que la balanza los depositará en el cielo, pero, por si no han hecho las obras suficientes, como los que recurren a la lisonja para obtener lo que quieren, se repiten, engañados, que Dios no podría estar hablando en serio de un infierno y que él es bueno, que no es capaz de tal castigo. Permítame decirle: Dios es bueno, indiscutiblemente, precisamente por eso, ha dejado a nuestro alcance, comprada con la sangre de Cristo, la opción de ser salvos sin merecerlos, sólo con echar a un lado nuestro orgullo y aceptar el regalo, pero, como eso significa obedecer a Dios, las personas que desean hacer lo que la gana les pega, prefieren evadir esa responsabilidad, como un niño malcriado que haciendo aquello que le fue prohibido, está maquinando la forma de chantajear o engañar al que se lo prohibió y así reir en sus adentros porque hizo lo que quiso y no recibió el castigo establecido. Con Dios no podemos jugar de esa manera, es necesario respetarle y temerle sinceramente para abstenernos de aquello que nos ha dicho que le ofende, que le desagrada, que aborrece. Sólo obedeciendo a Dios tenemos acceso a la gloria de Dios, no olvidemos pues que hay una opción de salvación, una que es accesible para todos, no hay excusa, el que no la tome demostrará rebeldía y por lo mismo tendrá su parte con el rebelde demonio que confunde a las almas. No se deje engañar, creale a Dios y ponga en práctica sus mandamientos, porque por fe recibimos la salvación, pero no cualquier fe, es la FE en Jesucristo, el hijo de Dios, en nadie más hay salvación.

Crea y sea salvo, crea claramente, medítelo, le conviene creer.

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