Dos caminos hay, nos han dicho…
No puedo describir lo que me han enseñado y entiendo como CIELO e INFIERNO, sin estar consciente de la paranoia de algunos que viven aterrados por esas enseñanzas, mientras que otros no dejan de negar y ridiculizar esos conceptos creyéndose en una posición intelectualmente más aceptable que aquellos que han decidido creer en esas «absurdas e improbables» teorías orientadas a atemorizar al ser humano para que no viva «a plenitud» su vida.
Quién puede evitarnos creer que no existe cielo ni existe infierno. Cuán libres deberíamos estar de esas dos posibles alternativas que una gran cantidad de personas creen y condicionan su vida a esas creencias.
La realidad es que: A nadie le preocupa que exista el cielo. Para muchísimos: El problema es que no debería existir el infierno.
Por la especial aversión que nos provoca el «infierno», veremos primero a este y las reacciones que provoca. Suele suceder, que aquellos que no creen la existencia del infierno, realmente «no se la creen» y su intolerancia o irritación ante aquellos que pretenden imponerles «esa creencia», es únicamente una forma de afirmarse en su propia creencia de que no existe. El problema no es lo que crean unos y lo que decidan creer los otros, porque no es una competencia de la que dependa la realidad. La realidad es que, lo que unos crean no se lo pueden probar a los otros. Por lo mismo, me gustó la alternativa que siguió Pascal en sus «Pensamientos», una obra con sus meditaciones, de la vejez, creo yo. Sucede que Pascal reconoció, en esta su obra, que cuando existe un asunto que no puede probarse, el ser humano debe analizar sus conveniencias y de acuerdo a ellas, tomar la decisión de creer o no creer.
Para cada persona existe la libertad de creer o no creer que existe el infierno. La posibilidad de la existencia del infierno no depende de la cantidad de personas que lo crean ni siquiera se puede decir, que si existe, aplicará únicamente para los que lo creyeron, porque si existe, probablemente sea con el propósito descrito en la Biblia, porque muchos creen en lo que la Biblia dice, pero se resisten a creer en aquello que no les convendría de ser cierto, lo que viene a decirnos que realmente no creen y de una forma arbitraria señalan como simbólico aquello que no quieren creer y consideran como real todo aquello que sí les gusta que sea así.
Tanto se resiste la mente humana a creer en la existencia del infierno que una religión que muchos creen cristiana, optó por crear una alternativa más aceptable, una alternativa más justa para las personas que no pueden aceptar que «Dios justo» haya creado un lugar de tormento para castigarles por sus «debilidades humanas» y le llamó «purgatorio» para decirles que no es una especie de castigo sino una especie de carwash para que seamos purificados y entrar al cielo todos, porque deplano, si Dios creó la gloria es para que todos sus pequeñitos puedan disfrutarla se porten como se porten, hagan lo que hagan y crean lo que crean.
No deja de preocuparme esas desesperadas formas de evitar la creencia en el infierno, como si su existencia dependiera de que lo crean. Porque hay un texto bíblico que me preocupa, pues el mismo Jesucristo mencionó un lugar del que se nos habla com infierno, del que dijo «donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga«, imagínese pues entre el fuego y gusanos comiéndo su carne, puede llamarle como guste: playa, disco, fiesta de gusanos, fiesta que arde o como mejor le parezca, pero a mí me parece más apropiada la palabra: «INFIERNO». Pero Jesús no lo dijo de manera aislada, lo dijo tres veces de manera consecutiva y haciendo referencia a él como un destino opcional para el que no desea entrar al reino de los cielos. Es un destino opcional, no es un castigo inevitable para el ser humano porque Dios se ha provisto de cordero para el sacrificio y el precio ha sido pagado, sólo corresponde averiguar dónde están regalando los boletos para escapar de tan indeseable destino.
El cielo, eso que suena a destino para «santurrones y aburridos» es la obra maestra del creador de todos los placeres que conocemos y que, muchos de ellos han sido corrompidos por el hombre. Hay muchas sorpresas, hay una eternidad de fiesta, sin dolor, sin tristeza y aunque suene cursi, recursi o hasta empalagoso, no será como se imaginan las mentes entenebresidas por el diablo. No se trata de ir al reino de Dios ó al reino de Satanás, porque satanás no reinará en ese destino eterno, sólo será un condenado más, así que, aquellos que hicieron una serie de horrendos crímenes para ganarse un estatus de demonio en el infierno, se toparán con la sopresa de ser simplemente reos de perdición, condenados por su voluntaria rebeldía contra el supremo Dios y en lugar de formar un ejército con posibilidades de vencer a Dios, sólo serán un desecho cuyo destino es conocido como infierno y lago de fuego.
No deje de considerar la opción de creer, porque no creer no anula la realidad. Puede que si exista y si cree que la Biblia es la palabra de Dios, le conviene creer firmemente que Dios no enviará al infierno a los malos, porque muchos malos tomarán la invitación de Dios y serán convertidos al creen en el Señor Jesucristo como su salvador, mientras que, muchos buenos, creyéndose las mentiras del diablo, renegarán de lo dispuesto por Dios y por no creer caerán en un lugar a donde nadie debería ir.
Le conviene creer, analícelo como Pascal ó analícelo como usted quiera, pero verá que le conviene creer porque lo que arriezga es una eternidad, y una eternidad es mucho tiempo.