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La Biblia

Puedo saber cuál es la mejor o más confiable versión o traducción de la Biblia?

Me atreveré a decir que si.

Hay varias versiones de la Biblia en el mercado
Hay varias versiones de la Biblia en el mercado

El conocimiento teológico se ha incrementado así como lo ha hecho el conocimiento científico. Encontramos ministros que, mientras predican, para hacer énfasis en uno de los significados de una palabra, hacen referencia al texto original, mencionando las otras formas en las que lo pudieron traducir y de esas otras posibles traducciones toman aquella que, talvez sin mala intención, apoya decisívamente aquello que pretenden demostrar.

No está mal dejar claro un concepto, no está de más escuchar del texto original, pero resulta prudente aclarar a los cristianos que descubrir la voluntad de Dios en las escrituras no depende de un conocimiento profundo de diversidad de versiones de la Bíblia y que tampoco es indispensable conocer el texto original para estar seguro de lo que la Biblia dice.

Afortunadamente, a nosotros nos parece que en la Biblia está la vida eterna, porque la Biblia es un medio que Dios ha utilizado para hablarnos pero no es exclusivo y la promesa de Jesucristo no fue «y les dejaré un texto que tomarán como referencia para que nadie los engañe», en cambio, en lugar de la letra, él prometió que su Espíritu Santo estaría con y en nosotros para guiarnos a toda verdad, para recordarnos las cosas que él dijo y por esa razón, nuestra garantía es esa promesa. Esa promesa que no es confusa, no se presta a muchas interpretaciones y que el enemigo no puede manipular porque está escrita en nuestro corazón.

No cabe duda que hay algunas variantes en las diferentes versiones de la Biblia, pero, no afecta si la esencia permanece intacta.
No cabe duda que hay algunas variantes en las diferentes versiones de la Biblia, pero, no afecta si la esencia permanece intacta.

Si quiero agradar a Dios, en mi propio corazón encuentro aquello que certifica lo escrito en la Biblia, por eso, cuando leemos la Biblia estamos diciendo: «Quiero conocer al que habló, quiero saber lo que dijo, quiero hacer lo que me manda, quiero compartir lo correcto a los demás». Porque el que busca a Dios le encuentra, él no está jugando a las escondidas, se ha acercado a nosotros y no necesitamos que esto se nos enseñe porque si fuese necesario, su misericordia tendría límites.

Veamos que Dios no depende de una versión o traducción de la Biblia, él hace lo que quiere y él quiere que le encuentre todo aquel que le busca. No dice que le encuentra todo aquel que lea la Biblia, sino todo aquel que le busca, porque muchos leen la Biblia para buscar errores o para buscar apoyo a sus propias convicciones y para su mal, encuentran lo que buscan, no porque la Biblia esté equivocada, sino que ellos han llegado a ella con una intención equivocada.

El propósito de Dios, que todos seamos salvos, no se encuentra escondido en un laberinto de versiones y traducciones de la Biblia, lo podemos sentir si lo queremos, porque aquel que pleitea con Dios se caracteriza por rechazar lo que Dios le ofrece, pretendiendo que está excusado porque Dios no ha hecho esto o aquello que a él le parece que Dios debió haber hecho o debe hacer. Lo peor de todo, es que aquellos que cuestionan a Dios, para que no tengan excusa, Dios les ha permitido entender que su entendimiento tiene límites y en lugar de humillarse, se creen superiores precisamente porque han comprendido su limitación y «creen» que los demás no lo han entendido, sin saber que, aquellos que él cree que no han entendido su limitación de entendimiento, están actuando como si, además de entender esa limitación, la aceptan y en lugar de querer entender más allá, humildemente creen, pero creen en aquel que les da el creer.

Porque para entender es necesario creer. El orden no puede cambiarse, no es posible entender y luego creer. El que cree califica para entender lo que Dios quiere para él. El que cree que Dios quiere lo mejor para él, está listo para entender qué es lo que Dios quiere para él. Es igual al orden que existe entre el temor y el amor a Dios. No es posible que alguien pueda amar a Dios si no ha tenido temor de Dios. Por eso suena vacío cuando nos presentan a un Dios mendigando la atención del ser humano, como suplicando que se le ame. La Biblia es clara, el principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Lo de «temor reverente» ó «miedo santo» no es más que un intento equivocado de suavisar la palabra de Dios. La palabra de Dios se toma como viene, si no nos parece así como él nos da su palabra, recordemos que Jesús preguntó a sus discípulos «Queréis iros vosotros también?» cuando ellos le cuestionaron la dureza de sus palabras.

Dios quiso que conocieramos su voluntad, que lo conociésemos a él y por eso tenemos las escrituras, pero es el Espíritu de Dios quien realmente nos enseña.
Dios quiso que conocieramos su voluntad, que lo conociésemos a él y por eso tenemos las escrituras, pero es el Espíritu de Dios quien realmente nos enseña.

La palabra escrita en la Biblia, si se acude a ella con la actitud correcta, dirá lo que nos tiene que decir en forma personalizada, tan dura como la necesitemos o tan suave como Dios sabe que es suficiente para nosotros. Por eso, aquel que está en conflicto con Dios, sentirá muy duras algunas cosas que para otro serán suaves. El diablo con toda su astucia no puede con esa palabra viva, no le es posible, aunque tenga la habilidad, desviar a aquellos que Dios ha tomado como suyos y les guía con una lógica que confunde al enemigo. Para verlo tomemos unos ejemplos: Cuando el diablo creyó vencer a Jesucristo en la cruz, era precisamente cuando estaba siendo vencido. Dios prevee las acciones del enemigo de nuestras almas y le confunde. Por eso, el más grande tesoro, la vida eterna, se otorga gratuitamente. Eso no es compatible con el orgullo de quienes quieren pagar lo que se les entrega, no es posible recibir sin reconocer que no se es capaz de obtenerlo por cuenta propia. Por esta razón muchas personas dejan de recibir la salvación, porque desean ganarla, tal es el caso de aquellos que guardan un día de reposo y por eso se sienten más dignos que otros. Olvidando voluntariamente que si desean cumplir la ley, deben cumplirla toda, pero en ese punto no recapacitan y se enredan creando una doctrina donde por su cuenta deciden qué leyes están vigentes y cuales otras no lo están, pero si se humillan y reconocen que nada merecen que todo es don de Dios, entonces recibirán lo que Dios les quiere dar.

Un estudioso de la Biblia no será el que más la entienda, es necesario creerle a Dios para poder entender su voluntad. El enteder qué significaba tal palabra de la Biblia en aquel tiempo o para aquella cultura, de ninguna manera nos dotará de mayor capacidad para cumplir con lo que Dios demanda. La actitud es la clave de todo, la actitud correcta hace perfecta la versión más imperfecta y, por el contrario, la actitud incorrecta no permite encontrar la voluntad de Dios aunque usemos la versión más perfecta de la Escritura. Así es como Dios lo ha dispuesto, él escondió muchos tesoros en su palabra y no los puede advertir el mismo diablo, no están al alcance de ninguna mente que no sea guiada por el Espíritu Santo.

Es bueno aprovechar los recursos disponibles, sin sentirse agobiado o inseguro si se utilizan.  Es importante tener presente que el insensato desprecia la sabiduría y la enseñanza, así que, aproveche lo que llegue a sus manos pero, si ha consultado dos versiones de la Biblia, no se se sienta menos que aquel que ha consultado cuatro versiones.
Es bueno aprovechar los recursos disponibles, sin sentirse agobiado o inseguro si se utilizan. Es importante tener presente que el insensato desprecia la sabiduría y la enseñanza, así que, aproveche lo que llegue a sus manos pero, si ha consultado dos versiones de la Biblia, no se se sienta menos que aquel que ha consultado cuatro versiones.

Aquel que entiende es porque ha creido y si ha creido reconoce que no lo entiende por cuenta propia y lo comparte porque no ha sido el fruto de años de estudio sino de la misericordia de Dios. No se trata de impresionar a las personas acerca del vasto conocimiento que tenemos de la Escritura, porque nuestro conocimiento, por muy abundante que sea, no nos hace más confiables que aquel que Dios ha escogido para llevar su palabra. Por eso no dice la escritura «se requiere del obrero que haya estudiado esto o aquello durante tanto tiempo o hasta alcanzar cierto grado teológico», claro que no, es mucho más clara la Biblia «se requiere del obrero que sea hayado fiel». La fidelidad no depende de la cantidad de conocimiento, depende de la actitud de la persona.

Es bueno estudiar la Biblia, es bueno meditar en ella. Tan bueno es, que se nos manda hacerlo. No hay cuestionamientos a eso. El estudio de la palabra de Dios sin temor a que estemos utilizando una versión poco exacta, necesitada de muchas versiones más para lograr el equilibrio, eso es lo que se nos manda. No podemos vivir con la duda de si tenemos la versión más confiable, ni podemos considerar superiores o más confiables a aquellos ministros que continuamente hacen referencia al texto original. Es más confiable aquel que es hayado fiel a Dios en su forma presentar la palabra, en su forma de vivirla y eso, el notar esos detalles, está al alcance de todas las personas aunque no sepan leer.

La Biblia correcta es quella que usted toma, es la que usted lee para buscar a Dios, para conocer la perfecta voluntad de Dios con la intención de vivirla. Si usted se declara de esta o de aquella religión, necesariamente buscará en la Biblia algún estirado respaldo a aquellas cosas que su propia conciencia le repite que es cuestionable en su religión. No busque eso, no busque respaldo para lo que usted quiere creer, busque lo que Dios dice para creer en ello y el resultado será el mejor que usted podrá imaginar. Dios le quiere, no le pudo dejar expuesto a las inexactitudes de una versión de la Biblia, no hay duda que él hará llegar a su mente y a su corazón, lo que él quiere que usted sepa, lo que usted debe creer, obedecer y vivir.

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