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Dios no es un espíritu más

Dudar de la existencia de Dios o rechazarle, no es una causa de la condición de espíritu que Dios tiene, sino de la naturaleza humana que haciendo mal uso de su libertad (libre albedrío), pretende eliminar la figura misma de aquel que le dió la libertad con que cuenta para pensar y creer. Hay quienes «creen» que creer es dejar de «pensar», sin advertir que, la verdad, al ser humano le sería muy conveniente pensar para descubrir que le conviene creer.

Dios no es real para discutirlo, no es real para demostrárselo a alguien, no es real para retarlo con desdén, no, no está necesitado de mostrarse indiscriminadamente real, porque estableció, por su sola voluntad, que le encontrará aquel que le busque creyendo que existe. Si alguien no cree que existe o le atribuye despropósito, es decir, le considera mal intencionado sin conocerle, tiene pocas posibilidades de encontrarle o de experimentar cuán real es él.

Hay personas que reconocen la existencia de los espíritus y al mismo tiempo niegan la existencia de Dios, no porque no se pueda creer, sino porque no lo quieren reconocer ni le quieren agradecer.
Hay personas que reconocen la existencia de los espíritus y al mismo tiempo niegan la existencia de Dios, no porque no se pueda creer, sino porque no lo quieren reconocer ni le quieren agradecer.
Tampoco significa que su existencia depende de nuestra fe, como se describe a los «amigos imaginarios», porque mal hace aquel que cree que al no creer no tendrá que dar respuesta si existiera aquel en quien no quiere creer. No se trata de un juego de parte de Dios, como si quisiese tendernos una trampa y luego castigarnos por no creer, porque ha dejado de forma visible y palpable, suficientes evidencias que a toda inteligencia le hace «pensar» que debe haber alguien atrás de todas esas maravillas y que resulta más difícil de creer que todo haya salido de la nada. Nada tiene y nada dice esperar aquel que deliberadamente decide creer que no existe Dios, porque se equivoca al creer que no cree, porque la realidad es que sencillamente cree lo contrario por algún conflicto en su interior, que le hace rechazar y literalmente «despreciar» la existencia de Dios y se aferra desesperadamente a su propia creencia, ignorando voluntaria y peligrosamente que eso no le librará de dar cuentas en el día del juicio que ese único Dios tiene preparado para juzgar a todos los hombres.

Pero Dios no es el único ser invisible, no es un atributo que se considere determinante ni es su condición de invisible lo que le hace Dios. Todos los espíritus pueden ser considerados invisibles para nosotros. Pero entre todos los espíritus hay uno, sólo uno, diferente, al que todos los espíritus no pueden resistir. Hay un espíritu que tiene el control de todo sin manipular a aquellos a quienes decidió otorgar LIBERTAD, les otorgó libertad de hacer lo que quisiesen hacer, pero, creyéndose en condición de hacerlo, le acusan de manipulación sólo porque él predijo lo que sucedería, lo que sucedería con aquellos que usarían su libertad a su solo gusto sin querer dar cuenta de ello, pero más aún, quieren exculparse de cualquier responsabilidad atribuyéndole despropósito a ese espíritu que «dice tener el control», porque, usando su libertad para cuestionarle, no advierten que ese mismo cuestionamiento que hacen, es la evidencia de que tienen el control de sus propias decisiones y acciones, por lo que no deben creer que escaparán de dar cuenta de ellas.

No es un juego ni es una trampa, porque, si por algo damos o decimos dar la vida, eso es LIBERTAD. Qué sería la vida entonces si no tuviésemos «libertad», qué sería de un Dios que para tener el control no otorga libertad, pues no sería más que un reflejo de los crueles dictadores humanos que limitan la libertad para tener el control, mas, grande y poderoso es aquel que para tener el control no necesita limitar de ninguna manera la libertad de aquellos que, siendo sus criaturas, reconoce que pueden decidir despreciarle y lo tiene previsto, porque ha preparado un lugar de castigo para el diablo y los ángeles que con él decidieron revelarse contra Dios. Entonces, resumiendo el evangelio de Jesucristo, la oportunidad de estar con Dios, recibiendo todo el beneficio que él ofrece, está al alcance de todos, de todos los hombres que, sin importar su propia maldad, deciden aceptar la invitación, pero no, no es algo al alcance de aquellos que voluntariamente deciden pleitear con Dios, porque aunque Dios extiende su mano a todos, ellos le desprecian y coinciden con lo que de ellos se dice: profesando ser sabios se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible…

Muchos espíritus, muchísimos más de los que podemos imaginar, pero, sólo uno de ellos es Dios, ese Dios ante quien toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús, es el Señor.

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