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Todo tiene un comienzo

Cuando pretendemos explicar o relatar algo, puede que, procurando que coincida con lo que queremos creer, digamos que fue hace billones de años o para que no pretendan corroborarlo, agreguemos que sucedió en un lugar muy muy lejano, así procedemos para relatar un hecho real o un cuento. Pero si sucedió, en un lugar, en algún momento y de alguna forma lo hizo. Así es con los cristianos en Guatemala, en un momento, en un lugar y de alguna forma empezaron a tener la libertad de ser, creer y crecer. Pero no lo quiero contar como un cuento, sino para aclarar que hay algo más que la mera voluntad del ser humano, pués por misericordia de Dios sucedió.

Miembros de la iglesia evangélica Presbiteriana "El Dios Vivo" de Guastatoya, El Progreso, que inició en 1909 (Sitio web: www.elDiosvivo.org)
Miembros de la iglesia evangélica Presbiteriana "El Dios Vivo" de Guastatoya, El Progreso, que inició en 1909 (Sitio web: www.elDiosvivo.org)
Hubo un momento en el que empezaron a haber cristianos en Guatemala. Hace más de 100 años que se permitió la libertad de culto (en 1882 siendo presidente Justo Rufino Barrios), para el dolor de aquellos que siempre pretenden que la religión sea algo bajo el control de alguien, que creen que las personas no tienen criterio para elegir una religión correcta y, de alguna forma, también creen que el cristianismo no es más que una camaleónica religión que se hace cómplice de cualquier creencia por extraña que parezca con la intención de ganar adeptos y «conquistar» con el evangelio.

No puedo hablar de todo «como si hubiese estado allí», pero, esa historia manipulada de la que dependemos en gran parte, hace ver algunos aspectos o hechos que no pueden manipularse y que deben considerarse indispensables para comprender una realidad actual.

Aunque en la forma de plantear el asunto parezca que estoy señalando a una iglesia, no lo hago a titulo personal, sino los mismos hechos que menciono se encargan de señalar a aquellos que se vieron involucrados en forma directa o indirecta. Puedo estar tranquilo entonces, porque no soy yo quien lo dice, son sus obras que los ponen en evidencia y a menos que seamos fieles seguidores de algo que no nos interesa si es verdad o no, podremos advertir la imparcialidad de estas reflexiones.

No hablo del cristianismo mal entendido, ese cristianismo que antes era impuesto, no, para nada, hablo del cristianismo como consecuencia del efecto individual que tiene en cada ser humano la obra redentora de Jesucristo que sólo requiere que sea anunciada a todos.

Porque el cristianismo como instrumento del estado o como esa oscura organización que tiene en su haber a los más crueles y sanguinarios inventores de las torturas que por todos los siglos avergonzarán a la humanidad por la bestialidad con la que puede proceder alguien guiado por el mismo demonio.

Iglesia Presbiteriana "El Dios Vivo" que se formó en 1909 en Guastatoya, El Progreso, Guatemala
Iglesia Presbiteriana "El Dios Vivo" que se formó en 1909 en Guastatoya, El Progreso, Guatemala

Hablo del inicio del cristianismo real, de ese que, algunos que no parecen estar enterados de la vidad y enseñanzas de Jesucristo, le llaman secta, haciendo eco al clásico señalamiento y condena por «herejía» que se aplicaba a los que no querían seguir a una organización oscura y corrupta que hasta hoy continúa pretendiendo ser «cristiana». El argumento de la antigüedad y el de la cantidad de sus adeptos o fieles como les llaman, no les acredita como la iglesia de Jesucristo porque ni siquiera parecen comprender en qué consiste la tal iglesia. Parecen olvidar dos pequeños detalles: «Por sus frutos los conoceréis» es el primero y determinante porque en lugar de poner los ojos en la antigüedad que dicen tener como iglesia, atrae la atención a lo que en ese tiempo han hecho (intolerancia, persecución, torturas, asesinatos, complot internacional, Etc), el segundo pequeño detalle: «nuestras buenas obras son como trapos de inmundicia» es el que les fulmina porque anula el efecto compensatorio que creen lograr al promover y realizar obras de caridad. No quisiera que aquellos envenenados tomaran mi anterior observación acerca de las obras de caridad como un cuestionamiento dedicado a las buenas obras, por el contrario, reconozco que eso es bueno, pero que, en este caso, la intención tiene como motivación de cargo de conciencia por deuda histórica con la humanidad si se hace para ensalzar la imagen de la organización que por grande cree que no puede ser una secta.

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